Bueno, yo quiero. Luego de ver Avatar, la película de James Cameron que eleva el uso de la tecnología digital a un nivel más alto, me fui del cine sintiendo que al llegar a mi casa iba a tirar mi enorme monitor LCD –sólo capaz de mostrar los horribles 2D de toda la vida– por la ventana. A todo deberíamos verlo en 3D, a menos que fuésemos tuertos (hagan la vieja prueba, tápense un ojo y aprecien la diferencia).
¿Cómo demonios iba a soportar las imágenes planas, sin profundidad, luego de llenar mis miserables ojos con esa maravilla de las tres dimensiones que es Avatar?
Aquí estoy, soportándolo, por supuesto. Pero es odioso, más que eso: antinatural. Si nosotros vemos la vida en tres dimensiones, ¿a quién se le ocurre que las imágenes de una pantalla tengan sólo alto y ancho? ¡Quiero profundidad!
Quiero tener algunos íconos más atrás, lejos; quiero ver el entorno de Word en otro plano y no rodeando lo que escribo. ¡Quiero jugar un first person shooter viendo las cosas como son! Quiero, señores, ver cómo caen los acordes de Rock Band directo entre mis dedos.
Ahora viene Project Natal y todo esto de la captura de movimientos y gestos que comenzó con la Wii de Nintendo, sí; es un gran paso, pero le falta el 3D para ser casi perfecto. Y digo casi porque va a ser perfecto el día que podamos enchufarnos un cable al cerebro para engañarlo por completo acerca de lo que es realidad y lo que es la fantasía. Ese día está muy lejano, seguramente yo no lo vea (¡oh, todos esos juegos eróticos que me voy a perder!). Me voy a morir antes, ¿eh? Entonces con más convicción quiero mi pantalla mostrando en tres dimensiones mis videojuegos. Ahora mismo lo quiero.
Me aburro del 2D.
Por suerte, ya podemos ir a las nuevas salas 3D en los cines. Este año o el siguiente ya estaremos jugando con nuestras PlayStation 3 en hermosos 3D, aunque tengamos que bajar más firmwares y seguir invirtiendo en HDTVs de Sony. Falta Microsoft, que dice no molestarse en dotar de 3D a su Xbox 360 (aunque esta sea ciertamente capaz de utilizar esa tecnología, lo acaban de afirmar en la CES 2010) mientras el público no lo demande. ¿Y yo qué soy, eh? ¡Demando!
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