Steve Jobs lo hizo de nuevo, claro. Y los usuarios de iPhone y iPod Touch saltan de entusiasmo, meados de gusto y con los primeros 500 dólares ya en mano, prestos a gastarlos (invertirlos) en el nuevo dispotivo, el
iPad.
¿Por qué tanto entusiasmo por un aparato que no dispone de USB, ni SD, ni cámara, sin SO, sin soporte de Flash, y que en esencia es un iPod del tamaño perfecto para Chewbacca? Es la pregunta que se hacen quienes critican esta tableta hiperdesarrollada.
Aquí tenemos la respuesta.
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Para los que usamos un iPod Touch, o un iPhone, no hay nada más precioso que un iPod o iPhone así de grandote. No necesitamos USB, ni SD, ni cámara, ni SO siquiera. Quizás sería genial solucionar el tema del soporte para webs hechas con Flash (y, de paso, que el sistema fuera multitasking) pero tampoco es algo tan trascendente. Esta clase de máquina se vive de una forma distinta a una computadora. Las aplicaciones de iPhone posibilitan una variedad de tareas, y con las 140 mil ya existentes, compatibles con el nuevo iPad, hay para rato.
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Lo mejor, sin embargo, es que vamos a ver los juegos en un tamaño de pantalla de diez pulgadas. Eso nos va a volar la peluca. El iPad está destinado a posicionarse como una seria, muy dura, terrible, maligna competencia para las consolas portátiles, la DS de Nintendo y la PSP de Sony, que van a quedar ahora como juguetes para enanos en la percepción del público.
Es cierto que los juegos de iPhone no cuentan con la calidad de sus colegas de DS y PSP, pero esto es sólo cuestión de tiempo, porque podemos afirmar que hay una nueva “consola” en el mercado a partir del lanzamiento del iPad, en marzo.
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El SDK para este nuevo niño mimado de Apple (el kit de desarrollo de aplicaciones) ya está disponible, de modo que cientos de desarrolladores estarán hoy mismo comenzando a trabajar para engordar el catálogo de juegos… y además utilitarios, libros, comics y quién sabe qué más. El enorme iPad llega para cubrir todos los espacios.
Lo único que me preocupa es cómo pronunciar iPod y iPad.